La piel, revestimiento sensible y vivo del cuerpo
El vello ha cambiado mucho En la especie humana, el sistema piloso ha degenerado enormemente. Con excepción de las cejas y pestañas, el pelo ha perdido actualmente su utilidad (los calvos sufren, ante todo, un prejuicio estético). Sólo los labios, las plantas de los pies y las palmas de las manos carecen totalmente de vello. Este se aloja en los folículos pilosos, que son otros tantos anexos de la epidermis infiltrados en la dermis. Las células del folículo forman el pelo y la constante adición de células nuevas en la base de este pelo provoca su crecimiento. Un pequeño músculo oblicuo, el horripilador, se encuentra fijo a la bolsa pilosa y, cuando se contrae, el pelo se eriza, aprisionando una capa de aire que limita la pérdida de calor. La forma del folículo es, sin duda alguna, la que determina el aspecto del cabello: si tiene la sección cilíndrica, el pelo tiende a ser tieso, mientras que si el folículo es curvo y aplastado, el pelo es rizado.
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